La calle y la luz

A finales de los años cincuenta los barrios ya ocupan una extensión considerable de terreno en la periferia de la ciudad. Y no fue hasta principios de los sesenta, y a veces incluso más tarde, cuando la electricidad llegó a las casas de estos núcleos. En Ca n’Oriac hasta celebraron su llegada bautizando la actual calle Andorra como Avenida de la Luz. Y es que la separación física entre estas comunidades y el centro de la ciudad convertía los trayectos entre barrios o desde “Sabadell” en caminatas bajo la oscuridad.[1]

Laia Ligërre y Maite Marín, en su artículo “Reconstrucció de la vida quotidiana als barris de la ciutat: 1955-1965” para la revista Arraona, apuntan: «Grupos de mujeres, de hombres, atraviesan la noche a paso ligero, caminantes anónimos saludan a un hombre con una linterna: «Buenas noches – Buenas noches», que espera en una esquina que llegue su hija desde el último reducto de luz de la ciudad, para acompañarla a través de las sombras hasta casa».


Grups de dones, d’homes, travessen la nit a pas lleuger, caminants anònims saluden un home amb una llanterna: «Buenas noches – Buenas noches», que espera en una cantonada que arribi la seva filla des de l’últim reducte de la llum de la ciutat, per acomanyar-la a través de les ombres fins a casa. (LIGÜERRE , Laia / MARÍN Maite. “Reconstrucció de la vida quotidiana als barris de la ciutat:1955-1965” dentro revista Arraona: revista de historia, [en línea], 2004, Núm. 28, p. 86-95)

En estas condiciones no es de extrañar que la llegada de la electricidad y de un sistema de alumbrado para la calle fuera una de las primeras reivindicaciones del movimiento vecinal en los barrios.


Con la llegada de la electricidad a las casas, antes de la instalación de un sistema público de alumbrado, algunos vecinos fijan portalámparas con bombillas de luz de incandescencia encima de la puerta de su casa.

Poco a poco el sistema de alumbrado público se instala en las calles de estos barrios. Se montan líneas de farolas que tratan de iluminar por inundación todo el ancho de la calle. De hecho, las primeras normativas que aparecen sobre diseño del alumbrado público se basan en la llamada “iluminación de la carretera”. Y esto ha llevado durante muchos años a la iluminación que se dirige a la calzada y al bordillo dejando como secundaria la luz para las calles peatonales a las que solo llega una iluminación residual.


La normativa actual arrastra esta manera de concebir la calle como “carretera”. Y es que las normas y metodologías que son de aplicación en las tramas de estudio distinguen entre cinco tipos de “vías”.[1] Para establecer la cantidad de luz necesaria en cada una la norma tiene en cuenta la cantidad de usuarios, tanto a pie como en coche, que circula por la vía con el objetivo de proporcionar un alumbrado que evite accidentes. En general se establece que a mayor cantidad de usuarios, más cantidad de luz. Además, esta normativa se fija principalmente en los niveles de luz que deben llegar al suelo dejando de lado la ciudad vertical que conforma el paisaje de una ciudad.

Ahora bien, la tendencia actual en diseño urbano para ciudades más sostenibles es la reducción de la velocidad del coche y el aumento de la peatonalización. Esta acción va a permitir disminuir los niveles de iluminación de fondo destinados a la seguridad que evitan accidentes. Si reducimos estos niveles generales de iluminación podremos acceder a un sistema de alumbrado que nos permita disfrutar de otros tipos de elementos del paisaje de la ciudad como la arquitectura, el arte y el paisaje con diseños de iluminación más creativos que a su vez faciliten la actividad urbana nocturna de las personas.

Además, el uso racional y eficiente de los recursos energéticos destinados a la luz contribuirá a disfrutar de entornos más saludables. Ello irá asociado a una menor contaminación lumínica que favorezca la preservación del medio ambiente y de la biodiversidad que habita la ciudad. En el anexo 2, Diseñar con luz, se explica el papel que puede adoptar la luz en el diseño de ciudades para la mejora de la vida urbana.


[1] Aún hoy los mayores del barrio emplean la expresión “bajar a Sabadell” cuando se refieren a acercarse al centro de la ciudad.